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viernes, 31 de enero de 2014

El manto de Noé Phillipe Jullien / El real del Padre



Noé labriego, comenzó a plantar una viña, se embriagó
y se desnudo dentro de su tienda.
Cam, padre de Canán, vió la desnudez de su padre
y habló con sus hermanos, que estaban afuera.
Sem y Jafet tomaron un manto y poniéndoselo sobre sus hombros
retrocedieron de espaldas a su padre y cubrieron su desnudez.
Con el rostro vuelto, no vieron la desnudez de su padre.
(Libro del Génesis, IX, 20-23).



La embriaguez de Noé (Ebbrezza di Noé). Miguel Ángel, 1509. Fresco. Renacimiento.
Capilla Sixtina.


¿Qué se quiere decir cuando se habla de padre real? No se trata futilmente del padre de la realidad empírica, ni simplemente del genitor. El padre real es otra cosa: es el que introduce lo imposible.

(...)

El real es la imposibilidad de que a toda verdad corresponda su saber, es decir, lo demostrable de aquello en lo cual ella es verdadera. De este modo el padre real, es el real del padre, es decir, aquello que se llega a intuir de la imposibilidad de saber, que concierne a lo verdadero de la paternidad.

Mater certissima, Pater semper incertus.

(...) es incertus en cuanto a lo que se puede probar en un saber explicativo. (...)

El real, decía Lacan, es "la imposibilidad de demostrar lo verdadero en el registro de una articulación simbólica", no de decir lo verdadero sino de demostrarlo mediante un saber articulable.

(...)

No se puede decir, en efecto: "Yo soy hijo o hija de un espermatozoide" (así nos lo enseñan la lengua)

(...)

Dios engendra porque se lo nombra y se le reza con ese nombre de Padre, y no a la inversa; es la paternidad la que norma la generación y no a la inversa.

(...)

El padre real para el hijo es el hombre de una mujer.

(...)

El niño tiene un padre real en la medida en que este hombre ha hecho de una mujer, de ésta a la que yo llamo mamá, la causa de su deseo y el objeto de su goce (...) la única garantía real de la función paterna es la de un hombre vuelto hacia una mujer (habitualmente la madre. ¡pero no siempre!) que es la causa de su deseo.




Phillipe Jullien. El manto de Noé. Ensayo sobre la paternidad. Alianza Editorial. 1993.

martes, 21 de enero de 2014

Deseo de Primavera

¡Días de calcio, días en que alimentamos nuestros huesos!
¡Días de hierro, que enriquecen nuestra sangre!
¡Días de agua salada, que nos dan valioso yodo!
¿Cuándo habrá un día de primavera que sea absolutamente común?
Pues es mi corazón quien necesita ser alimentado, y no mi orina
O mi cerebro, y deseo dar un salto hasta Pittsburgh
Desde Tuskegee, en Indiana, de ser necesario, abriéndome como una flor
A la luz primaveral y desarrollándome como una escalinata de plata.
¡Sólo esto me dejaría satisfecho! ¡Ni siquiera la muerte me calmaría!
¡Ni siquiera pólizas de seguros de vida, el cáncer, la pérdida de la salud,
El mobiliario arruinado, la enfermedad de la próstata, los dolores de cabeza, la melancolía,
No, ni siquiera un lobo voraz que se comiera mi carne!
¡Quiero la primavera, quiero girar como un "móvil"
En un aire fresco y nuevo! ¡No quiero invernar
Entre muros, entre muros! ¡Quiero aguantar
Mi parte en la angustia de estar sucintamente aquí!
¡Ni siquiera mariposas en el embrujo de la llama
Pueden querer la calidez tanto como yo!
¡Ni siquiera el piloto que se desliza al gran mar verde
En llamas puede querer menos convertirse en carámbano!
Por más que admire la industria del carámbano, ¿cómo darme por satisfecho
Con margaritas y rosas artificiales, y con peras de cera?
¡Oh brisa, encanto mío, ven aquí, para que no quede idiotizado!
¡Cara frescura del cielo, ven pronto y siéntate en mi silla!

Kennet Koch (1925-2002).



¿Cuándo habrá un día ordinario y común de primavera?

El verano ha vuelto las sábanas insoportables.
Me vuelvo para un costado y tengo la certeza de que jamás volveré a dormir.

La persiana y su hendija, o mi torpeza
hacen ingresar el día completo.



¿Cuándo habrá una noche fresca y sencilla de primavera?

Ahora son las cinco am., ya no duermo, aún no me levanto.
El aire es denso y las sábanas me hacen pesado el cuerpo.

Mi cabeza se desplaza sobre el medio metro de almohada
y se detiene en una pequeña porción,

aromática,

fresca, sencilla,

primaveral.


Eusebio.

domingo, 12 de enero de 2014

Ética médica: la ignorancia y la negativa

"A menudo la gente cuando visita a un médico, el profesional casi que se ve obligado a pedirle estudios, análisis, y suministrarle medicamentos. Coincide con esta apreciación?
Los pacientes esperan la solución para todo ya (una píldora mágica que todo, incluso "el dolor de vivir"). El buen médico ejerce con dos éticas: de la ignorancia (compartir los límites) y de la negativa (decir amablemente "no", con ciencia, con simpatía, con firmeza, tanto a pacientes como a colegas y superiores).
Junto a su esposa defienden un tipo de atención sanitaria que recupere al médico "de toda la vida", aquella relación médico-paciente basada en la confianza y en el conocimiento mutuo.
Sí, no puede ser que llegue usted a la consulta y que el médico esté mirando el ordenador para enterarse de si está usted casado o no, si tiene dos hijos o cuatro, o si ha tenido depresión. El médico debería ser el de toda la vida, que sabe cuando usted entra por la puerta que le afecta. Debería, en lo que dice "buenos días Doña Luisa, siéntese" saber un montón de usted y hacerse cargo en seguida de que hoy le duele mucho más la espalda que otras veces y que además sea un dolor distinto del dolor de siempre, porque conoce sus circunstancias.
Cree que esta propensión a expandir la medicina está relacionada con la negación de la muerte, la vejez, o esta más relacionada con los enormes beneficios económicos de las empresas?
Hay una colusion (ojo, colusion y no "colicion") entre las expectativas irreales de pacientes y de poblaciones, y los intereses de las industrias, los médicos, las "sociedades científicas", las universidades y otros.".
Entrevista al Dr. Juan Gervas. Texto de Franco Spinetta. Revista Hecho en la calle. Año 14 nro. 160. Noviembre de 2013.

jueves, 9 de enero de 2014

La interpretación en Psicoanálisis / Interpretación - Heidegger

Johann Heinrich Fusilli. The Nightmare. (La pesadilla o El íncubo) de 1781.

Vamos a tomar una referencia de Heidegger para la hablar de la Interpretación en Psicoanálisis.
Si algo se sabe del Psicoanálisis es que este interpreta. El tema en cuestión es cardinal, es un punto norte del análisis, justamente el texto más clásico de Freud es "La Interpretación de los sueños". Esto nos lleva a otra cuestión: todo psicólogo, todo analista se ve en la situación de encontrarse plagado de sueños. Qué quiero decir, que una de las cosas que la gente hace es contarle los sueños a un psicólogo, a un analista, y no estoy diciendo en sesíón sino en la vida cotidiana. Aquí tenemos ya el armazón de una posible situación transferencial, a que me refiero, que el que cuenta los sueños (el emisor) ya esta sentando al que oye en un lugar: este sabe. Lacan nombre a la transferencia como Sujeto Supuesto Saber. Este Sujeto Supuesto Saber, la transferencia en su vertiente simbólica, implica que a todo Saber se le supone un sujeto, en dicha operación se le devuelve el saber a aquel que lo posee: al sujeto.
El típico ejemplo de "el otro día soñe que..." es sencillamente una demanda, que como toda demanda pide por una respuesta y es otro signo más del amor, le pido algo para que me lo dé, si me lo da entonces me quiere. Estamos yendo para el lado de que un sueño contado es una demanda de amor al oyente, y además una suposición de saber. Quién demanda (por más que no sepa ni jota de psicoanálisis ni de psicología que tienen todas sus diferencias y a las que nos dedicaremos en próximos posteos) sabe que los sueños sirven para algo. El gesto de amor es el siguiente: te obsequio este sueño que soñe, porque sé que a vos para algo te sirve (o te interesa, al menos).
Volvemos al tema de la Interpretación, y de su exactitud, o justeza, que tiene sus vueltas de tuerca. La principal es que la justeza de una interpretación, se corrobora a posteriori, parece una absurdidad pero es así, solo el material que permitirá desplegar nos garantiza que esa interpretación fue acertada. Freud lo decía, la justeza de una interpretación no nos la da el asentimiento del Yo, esto implica que lo certero de una interpretación no pasa por la respuesta del analizante asintiéndo o desmintiéndo energicamente la interpretación arrojada, ni es un "sí es eso", ni un "no, para nada, nada que ver". Lo que seguirá el curso de las asociaciones permitirá decidir, al analista, si la interpretación tuvo efectos o no. Para adornar por último y entrando en Heidegger y casí despidiendonos, hacemos dos salvedades más, Lacan nos ha mostrado que muchas veces una pregunta es más valiosa que una interpretación y que no debemos comprender (más de lo que esta en el discurso del analizante). También que la interpretación esta en el justo límite de su desaparición, sin olvidarnos que no debe apuntar al sentido (para engordarlo) y por úlitmo, que la Interpretación es el deseo.

Los dejo con Heidegger.

"Una interpretación que se puede demostrar no es interpretación alguna; pues "demostrar" significa remisión a lo ya aclarado y claro como lo explicativo. Pero la interpretación conduce a lo oculto y exige la instancia en lo oculto como lo inicial.
En todo caso no es, pues, viceversa toda indemostrabilidad ya de por sí la verificación de la esencialidad de una interpretación.
Cuya verificación consiste en que se hace superflua a través de lo mismo por interpretar.
Este esencial apartamiento de la interpretación fundamenta sólo que también la pregunta ulterior y procedente de fuera según su corrección ya no encuentra posible sustento.
Sobre la verdad de una interpretación decide cada vez sólo la misma palabra interpretada, en tanto es una palabra "del" ser.
(Interpretación nunca mienta aquí "Interpretación historiográfica".)
La verdad de una interpretación se decide desde la verdad, en la que se ha introducido.
La verdad de una interpretación no apunta y nunca primero y jamás sólo a la corrección de la Interpretación historiográfica."

Martin Heidegger. Sobre el Comienzo. Editorial Biblos. 1a. Ed. (2007). Págs. 134-135.

Frescos en la Villa Valmarana, Vicenza. Escena: Mercurio se aparece a Eneas en un sueño y le insta a abandonar Cartago. Giovanni Battista. Tiepolo, 1757.

lunes, 6 de enero de 2014

¿Para que escribir? / La Salvación por la Literatura / M. Blanchot comentario sobre Kafka

Primera publicación de este año más que joven. Arrancamos de esta forma con la escritura, el deseo, la angustia tal como nos lo acerca Blanchot en su comentario de kafka en su espacio literario.


"Si no me salvo en un trabajo..." ¿Pero por qué podría salvarlo ese trabajo? Parece que Kafka reconoció precisamente en ese terrible estado de disolución de sí mismo, donde está perdido para los otros y para él, el centro de gravedad de la exigencia de escribir. Allí donde se siente destruido hasta el fondo, nace la profundidad que sustituye a la destrucción, la posibilidad de la creación más grande. Vuelco maravilloso, esperanza siempre igual a la mayor desesperanza, y se comprende que de esta experiencia obtenga un movimiento de confianza que no discutirá fácilmente. El trabajo se convierte entonces, sobre todo en su juventud, en un medio de salvación psicológica (todavía no espiritual), esfuerzo de una creación "que puede estar ligada literalmente a su vida, a la que atrae hacia él, para que ella lo saque de sí". Y lo expresa de la manera más ingenua y más fuerte en estos términos: "Siento ahora, y he sentido desde esta tarde, un violento deseo de volcar toda mi angustia en el papel; escribirla en lo hondo del papel, así como surge de lo hondo de mí mismo; o escribirla de manera que me sea posible trasladar todo lo escrito dentro de mí". (8 de diciembre de 1911). Por sombrío que esté, esa esperanza nunca se desmentirá completamente, y siempre se encontrará en su Diario, en todas las épocas, notas de este tipo: "Pero, ¡qué firmeza maravillosa e innegable suscienta en mí el escribir la más mínima cosa! ¡Con qué mirada abarcaba ayer todo, durante el paseo!" (27 de noviembre de 1913). En ese momento, escribir no es un llamado, la espera de la gracia o un oscuro cumplimiento profetice, sino algo más simple, más inmediatamente apremiante, la esperanza de no hundirse, o, más exactamente, de hundirse más rápído en sí mismo y así rescatarse en el último momento. Por lo tanto, deber más apremiante que cualquer otro, y que lo lleva a anotear el 31 de julio de 1914 esta palabras notables: "No tengo tiempo. Movilización general. Ya llamaron K. y P. Ahora recibo la recompensa de la soledad. Pero después de todo no es una recompensa; la soledad sólo trae castigos. De cualquier manera, toda esta desdicha me conmueve poco y me siento más decidido que nunca... Pero a pesar de todo escribiré, pase lo que pase; es mi lucha por sobrevivir."


Maurice Blanchot. El espacio Literario. Editora Nacional. Madrid. 1a Ed. Junio de 2002.