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viernes, 26 de septiembre de 2014

trabajar y amar / Eusebio


trabajar y amar...

escribir frente a una computadora
de madrugada
con un poco de sueño



un cigarrillo y un cenicero
y una taza de cafe
con una cuchara inmensamente larga pero finita
mínima-
lista
para revolver
palabras

palabras (que)
dichas por otro(s)
hacen sonar (qué?)

¿los oídos?

¿los síntomas?

-los sonidos-





un señalador en un libro
y pensar en un amor
y teclear (un rato)
y sonar
y madruguear

es

otra cosa.

(Eusebio marinereando)

Sinthoma y transferencia / atravesar la puerta / Zizek, Slavoj

"El análisis se concibe, así pues, como una simbolización, una integración simbólica de huellas imaginarias sin sentido; este concepto implica un carácter fundamentalmente imaginario del inconsciente: lo inconsciente está hecho de "fijaciones imaginarias que no pudieron ser asimiladas al desarrollo simbólico" de la historia del sujeto, en consecuencia, es "algo que se realizará en lo Simbólico o, más exactamente, algo que, gracias al progreso de lo simbólico que tiene lugar en el análisis, habrá sido"

William Whitaker (1943). Atravesando la puerta
La respuesta lacaniana a la pregunta: ¿Desde dónde retorna lo reprimido? es por lo tanto, paradójicamente: desde el futuro. Los síntomas son huellas sin sentido y su significado no se descubre excavando en la oculta profundidad del pasado, sino que se construye retroactivamente -el análisis produce la verdad (...) En cuanto entramos en el orden simbólico, el pasado está siempre presente en forma de tradición histórica y el significado de estas huellas no está dado; cambia continuamente con las transformaciones de la red del significante. Cada ruptura histórica, cada advenimiento de un nuevo significante amo, cambia retroactivamente el significado de toda tradición, reestructura la narranción del pasado, lo hace legible de otro modo, nuevo.

qué es, entonces la transferencia? Este saber es una ilusión, no existe realmente en el otro, el otro en realidad no lo posee, se constituye después, por medio de nuestro -el del sujeto- funcionamiento del significante; pero es al mismo tiempo una ilusión necesaria porque podemos paradójicamente elaborar este saber sólo mediante la ilusión de que el otro ya lo posee y que nosotros sólo lo estamos descubriendo.

La transferencia es, así pues, una ilusión, pero la cuestión es que no podemos pasarla por alto y rebasar directamente a la Verdad: la Verdad se constituye por medio de la ilusión propia de la transferencia - "la Verdad surge del falso reconocimiento" (Lacan).

La estructura temporal que aquí nos importa es de tal clase que está mediada por la subjetividad: el "error" - "falta", "equivocación", falso reconocimiento- llega paradojicamente antes que la verdad en relación con la cual lo designamos como "error". Ésta es la lógica de la "astucia" inconsciente, el modo en que el inconsciente nos engaña: el inconsciente no es algo trascendente, inalcanzable, de lo que seamos incapaces de tener conocimiento, es antes bien -para seguir la traducción a modo de juevgo de palabras que hace Lacan de Unbewusste- une bévue (la-una-equivocación), hacer la vista gorda: pasamos por alto el modo en que nuestro acto es ya parde del estado de cosas que estamos mirando, el modo en que nuestro error es parte de la Verdad. Esta estructura nos da también la respuesta a la pregunta: ¿Por qué es necesaria la trasnferencia, por qué el análisis ha de pasar por ella? La transferentica es una ilusión esencial por medio de la cual se produce la Verdad final (el significado de un síntoma).

momento final de la cura psicoanalítica, la disolución de la transferencia y el "atravesar la fantasía"...

...cuando "atravesamos la fantasía" tenemos la vivencia de cómo esta fantasía-objeto (el "secreto") sólo materializa el vacío de nuestro deseo.


René Magritte (1898-1967). La condición humana. 1935

tras la puerta hay únicamente lo que tu deseo introduzca..."
Slavoj Zizek. El sublime objeto de la ideología. Siglo XXI editores. Del síntoma al sinthome. 1989.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Psicoanálisis y Psicología / Diferencias / Los síntomas / Política del avestruz

Traemos unos fragmentos de Freud en dónde muestra una diferencia radical entre el Psiconálisis y la Psicología, esto en relación a los síntomas, al cuidado que el psicoanálisis tiene por el síntoma. Mientras que la Psicología intenta una supresión del síntoma, el análisis lo utiliza para trabajar con él, lo convoca, lo pone a hablar.

"Tenemos dicho que el analizado repite en vez de recordar, y repite bajo las condiciones de la resistencia; ahora estamos autorizados a preguntar: ¿Qué repite o actúa, en verdad? He aquí la respuesta: Repite todo cuanto desde las fuentes de su reprimido ya se ha abierto paso hasta su ser manifiesto: sus inhibiciones y actitudes inviables, sus rasgos patológicos de carácter. Y, además, durante el tratamiento repite todos sus síntomas."

"caemos en la cuenta de que la condición de enfermo del analizado no puede cesar con el comienzo de su análisis, y que no debemos tratar su enfermedad como un episodio histórico, sino como un poder actual. Esta condición patológica va entrando pieza por pieza dentro del horizonte y del campo de acción de la cura, y mientras el enfermo lo vivencia como algo real-objetivo y actual, tenemos nosotros que realizar el trabajo terapéutico, que en buena parte consiste en la reconducción al pasado."

"El hacer repetir en el curso del tratamiento analítico, según esta técnica más nueva, equivale a convocar un fragmento de vida real, y por eso no en todos los casos puede ser inofensivo y carente de peligro. De aquí arranca todo el problema del a menudo inevitable del <empeoramiento durante la cura>".

"La introducción del tratamiento conlleva, particularmente, que el enfermo cambie su actitud conciente frente a la enfermedad. Por lo común se ha conformado con lamentarse de ella, despreciarla como algo sin sentido, menospreciarla en su valor, pero en lo demás ha prolongado frente a sus exteriorizaciones la conducta represora, la política del avestruz, que practicó contra los orígenes de ella (...) Para la cura, desde luego, ello no sirve. Es preciso que el paciente cobre el coraje de ocupar su atención en los fenómenos de su enfermedad. Ya no tiene permitido considerarla como algo despreciable."

Artista Yago Partal. Zoo Portraits. El avestruz jazzero. 
Freud. Recordar, repetir y durcharbeiten (per-laborar). (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis). 1914.

Artista: Yago Partal. Zoo portraits. El avestruz yazzero. http://www.zooportraits.com/


domingo, 21 de septiembre de 2014

Esperar = amar / Obra de la espera

Hay una escenografía de la espera: la organizo, la manipulo, destaco un trozo de tiempo en que voy a imitar la pérdida del objeto amado y provocar todos los efectos de un pequeno duelo, lo cual se representa, por lo tanto, como una pieza de teatro.

El decorado representa el interior de un cafe: tenemos cita y espero.




En el Prólogo, único actor de la pieza (como debe ser), compruebo, registro el retraso del otro; esa demora no es, todavía mas que una entidad matematica, computable (miro mi reloj muchas veces); el Prólogo concluye con una acción súbita: decido "preocuparme", desencadeno la angustia de la espera. Comienza entonces el primer acto; esta ocupado por suposiciones: ¿y si hubiera malentendido sobre la hora, sobre el lugar? Intento recordar el momento en que se concreto la cita, las precisiones que fueron dadas. ¿Qué hacer (angustia de conducta? ¿Cambiar de café? ¿Hablar por teléfono? ¿Y si el otro llega durante esas ausencias? Si no me ve lo más probable es que se vaya, etc. El segundo acto es el de la cólera; dirijo violentos reproches al ausente: "Siempre igual, él (ella) habría podido perfectamente...", "Él (ella) sabe muy bien que..." ¡Ah, si ella (él) pudiera estar allí, para que le pudiera reprochar no estar allí! En el tercer acto, espero (¿obtengo?) la angustia absolutamente pura: la del abandono; acabo de pasar en un instante de la ausencia a la muerte; el otro está como muerto: explosión de duelo: estoy interiormente lívido.




Así es la pieza; puede ser acortada por la llegada del otro; si llega en el primero, la acogida es pasible; si llega en el segundo hay "escena", si llega en el tercero, es el reconocimiento, la acción de gracias: respiro largamente, como Pelléas saliendo del túnel y reencontrando la vida, el olor de las rosas.





Rolland Barthes. Fragmentos de un discurso amoroso. 1977. Siglo XXI editores. La Espera. Pág. 123-124.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

El tiempo, Lo simbólico, El Edipo, CASTRACIÓN

"con esta nueva agenda de la vida social, algo de lo simbólico queda maltratado. (...) [lo simbólico es] el orden mismo del lenguaje en tanto que tiene un funcionamiento propio y gobierna al sujeto (...) que incluye, precisamente, todo lo que hace regla y regulación, desde la prohibición del incesto hasta las formas más cotidianas de limitación del goce.
...

[y] la distribución del tiempo puede constituir un aspecto no despreciable de lo simbólico. (...) En un sistema de organización de la producción que distingue claramente los momentos de trabajo de los de no-trabajo, el trabajador sabe a qué está renunciando, pero también de qué puede disponer. Esto proporciona un marco, una referencia en relación con lo cual cobran sentido tanto su implicación en su trabajo como su búsqueda de una satisfacción externa a éste.
...

Cuando esta alternancia está perturbada, ya no se sabe a qué atenerse. Cuando está ocupado o, sobre todo, si es ejecutivo en una empresa muy activa y sensible a las exigencias del mercado, puede no conservar ya la menor autonomía en relación con lo que se le va a pedir sin pausa.(...) Va a constituir un simple apéndice de la empresa, incapáz de hacer valer sus deseos propios, incapáz de "separarse" de ella.
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la distribución simbólica del tiempo de trabajo y del tiempo de no-trabajo en el fondo está muy próxima de las prohibiciones que se le formulan al niño: el pequeño, en lo inmediato, no tiene acceso a esa mujer particular que es la madre. Pero dicha prohibición entraña una promesa, la de poder afirmar más tarde un deseo masculino con otra mujer.
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le estoy proponiendo leer el Edipo desde una perspectiva un poco novedosa.
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el Edipo introduce al niño en un orden temporal y es allí donde reside, particularmente, su valor simbólico.

B Vandermersch, por su lado, se queda con la única interpretación que Freud le hizo a Juanito (...) tiene la siguiente forma:

Mucho antes de que viniera al mundo, yo ya había sabido que algún día nacería un Juanito, que querría tanto a su madre que se vería forzado a tener miedo a su padre y yo se lo había anunciado a su padre. Lo importante aquí (...) [es] la introducción del déja-lá (ya allí) ligado a un "no todavía" (...) esta puesta en juego de una temporalidad particular, donde las cosas, no siendo todavía, no obstante ya están allí (déja-lá) desde hace mucho tiempo
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Parece que a través de la interpretación edípica, en rigor Freud procede a la implementación de un orden temporal en el que no todo es situable al mismo tiempo, en el que está ciertamente lo "por venir" pero en el que tamibén éste depende de un déja-lá.
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Si la estructura temporal tiene semejante importancia es probablemente porque participa en esta dimensión del Otro en relación con el cual un sujeto puede ubicarse. Es por ello que es parte integrante de lo Simbólico como tal.
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Lacan en relación con la cuestión del Edipo lo que conserva de éste es esencialmente la castración, la ley que se transmite de una generación a otra."


Roland Chemama. Depresión, la gran neurosis contemporánea. Nueva Visión. 2007.

Las cursivas, subrayados, cortes, corchetes, remarcados son nuestros.