"... tal y como Lacan presenta la cuestión relacional vigente entre Edipo y castración, resultan invertidos los términos freudianos. Para Freud, salimos del Edipo por la castración -ejemplarmente, en el caso del varón-, por la amenaza de castración. Para Lacan, el Edipo es una construcción mítica por cuyo intermedio logramos defendernos de la castración, evitándola. Respecto de tales historias edípicas, una importante tarea del analista radica en procurar deshacerlas, para lo cual debe no otorgar más sentidos, más Sinn, al modo de Frege. No es cuestión de engordar el mito adicionando aún nuevos sentidos, por cuanto cabe buscar la desarticulación de todas esas historias llenas de congruencia y atornilladoras de creencias con fuerte raigambre. De ese modo, mediante el desmonte de tales historiolas, puede llegar a instalarse, en la posición subjetiva, lo llamado en los Seminarios mencionados -especialmente en Las Formaciones de lo inconsciente- ´el dolor de existir´. En muchas ocasiones, debido a las fábulas, a los mitos edípicos, logramos aliviar, de modo transitorio, el dolor de existir. Sin embargo, éste es irremediable, lo tenemos que vivir. Pero no resulta ingenuamente deficitario o deprimente, no comporta una suerte de resignación estoicamente enaltecedora, porque ese dolor estimula a realizar lo realizable mediante la asunción de los límites castrantes, sin llegar a distrazar como imposible lo perteneciente al orden de la impotencia, y sin disfrazar como impotencia lo efectivamente imposible. Por eso, en ese orden, la felicidad no es sino otra gran construcción. No se procura obtener la felicidad en el análisis, sino, como dice muy bien Freud, lo lograble a través de éste es "pasar de la misería neurótica a la infelicidad común". Esa no es un frase cualquiera, "de la miseria neurótica a la infelicidad común". Sin duda, porque el neurótico estima ser no-común, en el sentido de constituir alguien especial, tal como lo pone de manifiesto su tradicional queja: "¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí?" Esa queja remite directamente a la cuestión edípica, ante la cual el sujeto se victimiza. La infelicidad común requiere decir lo siguiente: lo sucedido con mi vida no es tan malo, no es tanto peor que lo vivido por muchos otros. Muchos tienen una vida peor, muchos tienen una vida mejor, eso es indiscutible, pero la reclamación narcísico-neurótica sostenida en la creencia de que ocurrió con él el más desgraciado de los destinos posibles, lo cual debería haber sido muy distinto, configura una circunstacia a ser disuelta en el análisis. Por eso la postulación de la diferencia entre el Edipo, como mito, y la castración, como complejo nodular, nodal. La castración no tiene ni construye historias: las historias son propias de las defensas contra la castración."
Roberto Harari. "La significación del falo" de Lacan. Editorial Lumen. Buenos Aires. 2007.
-las negritas y el subrayado son nuestros-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario