Las Flores de
Cerezo – Cherry Blossoms - Kirschblüten – Hanami
Alemania 2008 de Doris Dörrie.
¿Qué hacer con el tiempo que tenemos? Rudi responde, inconmobilble como la fortaleza neurótica: continuar como hasta ahora, como siempre, trabajar, una manzana al día… y nuevamente... trabajar, una manzana al día... Así es como le responde a su esposa (Trudi). Ambos han pasado largo hace, el noviazgo y la juventud, luego la crianza de los niños, ahora abuelos olvidados, casi a punto de jubilarse.
Ella intentará arrojarlo hacia una última aventura, algo más de satisfacción, divertirse un poco, que solo logra con su propio arrojo y fallece.
Así se comienza a transitar el deseo, en la separación con ese objeto y el duelo que le merece. Ahora la casa familiar ya no es más acogedora sino silente y enorme. La angustia esta presente. ¿Qué hacer (con el tiempo...)? Marcha el hombre hacia el Japón a buscar los cerezos en flor, el Butoh y al Sr. Fuji (Monte Fuji). Transitar el deseo que como deseo del Otro, no es el deseo de Rudy por su esposa sino el deseo que estuvo en ella presente y que lo impulsa a él hacia el acto, a actuar.
Deambulando por la ciudad Rudi conoce a una joven
bailarina en un jardín. Comienzan las preguntas ¿Qué
es el Butoh? ¿quiénes lo bailan?... Pregunta, y lo que recibe de la joven bailarina (Yu) es la danza con las sombras y con los muertos.
La presentación formal entre ambos personajes es un juego entre lenguas: el Inglés haciendo de puente entre el Alemán y el Japonés, que a nosotros nos llega subtitulado en castellano, así que la joven Yu, se escucha por homofonia (You) y nos llega a nosotros traducida como Tú. Cuando Rudi le pregunta su nombre a la bailarina, escucha esto: Tú, de forma que se presenta allí una suerte de reflexión, de espejo, que orienta, nuevamente, el deseo de Rudi, que lo bascula.
Una vez más, el deseo, como canonicamente apuntara Lacan, "es el deseo del Otro".
La presentación formal entre ambos personajes es un juego entre lenguas: el Inglés haciendo de puente entre el Alemán y el Japonés, que a nosotros nos llega subtitulado en castellano, así que la joven Yu, se escucha por homofonia (You) y nos llega a nosotros traducida como Tú. Cuando Rudi le pregunta su nombre a la bailarina, escucha esto: Tú, de forma que se presenta allí una suerte de reflexión, de espejo, que orienta, nuevamente, el deseo de Rudi, que lo bascula.
Una vez más, el deseo, como canonicamente apuntara Lacan, "es el deseo del Otro".
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