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lunes, 6 de febrero de 2012

¿Qué empezar a decir? ¿Por dónde arrancar?

Este inicio me confronta con empezar a decir algo. ¿Temor a la libertad? Ilusoria, de poder decir... lo que sea, ilusoria, narcísica de creer decir lo que quiero decir. Pero me importa decir algo y no precisamente cualquier cosa sino "cualquier cosa que sirva", justamente al psicoanálisis, como hizo uno de los maestros que tomaba prestadas cosas "porque le servían" para un fin preciso que era reavivar el psicoanálisis. Entonces algo ya se ha dicho, vamos a hablar de psicoanálisis, más también de otras cosas, en relación a que sirven para explicar, para inteligir el psicoanálisis. Confianza, mientras escribo, el blanco de la página vacía comienza a desaparecer con estas letras, con estas palabras. El yo vuelve a su lugar, ilusorio, seguro, consistente. Qué poder tiene el blanco de la página, como en las sesiones, decir algo, cualquier cosa, y creer que hay que decir "algo importante". Con justeza la promesa del psicoanálisis, en lo que hace a la regla fundamental, a la única regla que tiene el psicoanálisis es: hable, diga algo, cualquier cosa, y promete revelar "el núcleo de su ser", que no es poca cosa. Entonces todo decir y todo dicho, tiene su validez, porque les anida una verdad, porque des-velan algo. Impresionante, frente al avace de la imagen en los tiempos que corren, el psicoanálisis le responde con lo simbólico, con las palabras, y si responde es porque el sujeto esta allí, con la necesidad de decir algo, cualquier cosa.

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