Johann Heinrich Fusilli. The Nightmare. (La pesadilla o El íncubo) de 1781.
Vamos a tomar una referencia de Heidegger para la hablar de la Interpretación en Psicoanálisis.
Si algo se sabe del Psicoanálisis es que este interpreta. El tema en cuestión es cardinal, es un punto norte del análisis, justamente el texto más clásico de Freud es "La Interpretación de los sueños". Esto nos lleva a otra cuestión: todo psicólogo, todo analista se ve en la situación de encontrarse plagado de sueños. Qué quiero decir, que una de las cosas que la gente hace es contarle los sueños a un psicólogo, a un analista, y no estoy diciendo en sesíón sino en la vida cotidiana. Aquí tenemos ya el armazón de una posible situación transferencial, a que me refiero, que el que cuenta los sueños (el emisor) ya esta sentando al que oye en un lugar: este sabe. Lacan nombre a la transferencia como Sujeto Supuesto Saber. Este Sujeto Supuesto Saber, la transferencia en su vertiente simbólica, implica que a todo Saber se le supone un sujeto, en dicha operación se le devuelve el saber a aquel que lo posee: al sujeto.
El típico ejemplo de "el otro día soñe que..." es sencillamente una demanda, que como toda demanda pide por una respuesta y es otro signo más del amor, le pido algo para que me lo dé, si me lo da entonces me quiere. Estamos yendo para el lado de que un sueño contado es una demanda de amor al oyente, y además una suposición de saber. Quién demanda (por más que no sepa ni jota de psicoanálisis ni de psicología que tienen todas sus diferencias y a las que nos dedicaremos en próximos posteos) sabe que los sueños sirven para algo. El gesto de amor es el siguiente: te obsequio este sueño que soñe, porque sé que a vos para algo te sirve (o te interesa, al menos).
Volvemos al tema de la Interpretación, y de su exactitud, o justeza, que tiene sus vueltas de tuerca. La principal es que la justeza de una interpretación, se corrobora a posteriori, parece una absurdidad pero es así, solo el material que permitirá desplegar nos garantiza que esa interpretación fue acertada. Freud lo decía, la justeza de una interpretación no nos la da el asentimiento del Yo, esto implica que lo certero de una interpretación no pasa por la respuesta del analizante asintiéndo o desmintiéndo energicamente la interpretación arrojada, ni es un "sí es eso", ni un "no, para nada, nada que ver". Lo que seguirá el curso de las asociaciones permitirá decidir, al analista, si la interpretación tuvo efectos o no. Para adornar por último y entrando en Heidegger y casí despidiendonos, hacemos dos salvedades más, Lacan nos ha mostrado que muchas veces una pregunta es más valiosa que una interpretación y que no debemos comprender (más de lo que esta en el discurso del analizante). También que la interpretación esta en el justo límite de su desaparición, sin olvidarnos que no debe apuntar al sentido (para engordarlo) y por úlitmo, que la Interpretación es el deseo.
Los dejo con Heidegger.
"Una interpretación que se puede demostrar no es interpretación alguna; pues "demostrar" significa remisión a lo ya aclarado y claro como lo explicativo. Pero la interpretación conduce a lo oculto y exige la instancia en lo oculto como lo inicial.
En todo caso no es, pues, viceversa toda indemostrabilidad ya de por sí la verificación de la esencialidad de una interpretación.
Cuya verificación consiste en que se hace superflua a través de lo mismo por interpretar.
Este esencial apartamiento de la interpretación fundamenta sólo que también la pregunta ulterior y procedente de fuera según su corrección ya no encuentra posible sustento.
Sobre la verdad de una interpretación decide cada vez sólo la misma palabra interpretada, en tanto es una palabra "del" ser.
(Interpretación nunca mienta aquí "Interpretación historiográfica".)
La verdad de una interpretación se decide desde la verdad, en la que se ha introducido.
La verdad de una interpretación no apunta y nunca primero y jamás sólo a la corrección de la Interpretación historiográfica."
Martin Heidegger. Sobre el Comienzo. Editorial Biblos. 1a. Ed. (2007). Págs. 134-135.
Frescos en la Villa Valmarana, Vicenza. Escena: Mercurio se aparece a Eneas en un sueño y le insta a abandonar Cartago. Giovanni Battista. Tiepolo, 1757.
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