Primera publicación de este año más que joven. Arrancamos de esta forma con la escritura, el deseo, la angustia tal como nos lo acerca Blanchot en su comentario de kafka en su espacio literario.
"Si no me salvo en un trabajo..." ¿Pero por qué podría salvarlo ese trabajo? Parece que Kafka reconoció precisamente en ese terrible estado de disolución de sí mismo, donde está perdido para los otros y para él, el centro de gravedad de la exigencia de escribir. Allí donde se siente destruido hasta el fondo, nace la profundidad que sustituye a la destrucción, la posibilidad de la creación más grande. Vuelco maravilloso, esperanza siempre igual a la mayor desesperanza, y se comprende que de esta experiencia obtenga un movimiento de confianza que no discutirá fácilmente. El trabajo se convierte entonces, sobre todo en su juventud, en un medio de salvación psicológica (todavía no espiritual), esfuerzo de una creación "que puede estar ligada literalmente a su vida, a la que atrae hacia él, para que ella lo saque de sí". Y lo expresa de la manera más ingenua y más fuerte en estos términos: "Siento ahora, y he sentido desde esta tarde, un violento deseo de volcar toda mi angustia en el papel; escribirla en lo hondo del papel, así como surge de lo hondo de mí mismo; o escribirla de manera que me sea posible trasladar todo lo escrito dentro de mí". (8 de diciembre de 1911). Por sombrío que esté, esa esperanza nunca se desmentirá completamente, y siempre se encontrará en su Diario, en todas las épocas, notas de este tipo: "Pero, ¡qué firmeza maravillosa e innegable suscienta en mí el escribir la más mínima cosa! ¡Con qué mirada abarcaba ayer todo, durante el paseo!" (27 de noviembre de 1913). En ese momento, escribir no es un llamado, la espera de la gracia o un oscuro cumplimiento profetice, sino algo más simple, más inmediatamente apremiante, la esperanza de no hundirse, o, más exactamente, de hundirse más rápído en sí mismo y así rescatarse en el último momento. Por lo tanto, deber más apremiante que cualquer otro, y que lo lleva a anotear el 31 de julio de 1914 esta palabras notables: "No tengo tiempo. Movilización general. Ya llamaron K. y P. Ahora recibo la recompensa de la soledad. Pero después de todo no es una recompensa; la soledad sólo trae castigos. De cualquier manera, toda esta desdicha me conmueve poco y me siento más decidido que nunca... Pero a pesar de todo escribiré, pase lo que pase; es mi lucha por sobrevivir."
Maurice Blanchot. El espacio Literario. Editora Nacional. Madrid. 1a Ed. Junio de 2002.
Escribir, la salvación del espíritu. Gran maestro Kafka.
ResponderEliminarLic Rosso